LA ALTIVEZ DEL CORAZÓN
Versículo del día:
“*¡Quién me volviese como en los meses pasados, Como en los días en que Dios me guardaba, Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara, A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; Como fui en los días de mi juventud, Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda."
Job 30:1-4 RVR1960
En algún momento de la vida pensamos que el tiempo pasado fue mejor, los humanos tenemos esa mala costumbre de comparar los tiempos. La vida da muchas vueltas y no sabemos lo que nos espera, como tampoco podemos comprender por qué las cosas que no nos gustan suceden, y se mezcla un sentimiento de desesperanza con otro de frustración. Sin embargo, Dios siempre utiliza todas las cosas para mostrarnos la realidad de nuestro corazón.
Job estaba enfermo hacía varios meses, lo había perdido todo, su gloria, su poder y su familia, y estaba pronunciando el último de sus discursos, recordando lo que pensaba de sí mismo en el pasado: “he tenido todo lo que deseo para poder jubilarme. Me voy a morir en mi propia casa. Así como la arena, multiplicaré mis días. Voy a vivir hasta una edad madura". Este capítulo revela una verdad oculta en el corazón de job: su ego y su "yo" eran tan grandes que no le permitían darse cuenta, que el verdadero tesoro es tener a Dios en el corazón. El tenía perfectamente planeada su vida, hasta asumía que contaba con el poder para multiplicar sus días, pero olvidó lo más importante. Darle la gloria y la honra al Señor. Nada de lo que tenemos nos pertenece, todo lo que poseemos es la bondad del señor. Por eso Dios tuvo que permitir que satanás le quitara todo. Si bien es cierto que la condición primera era a los ojos del mundo muchísimo mejor que la postrera, solo fue hasta la gran prueba, que Job pudo reconocer realmente quien era Dios.
Oración:
Señor, te damos gracias en este maravilloso día, gracias por tu misericordia que es nueva cada mañana. Tu nos rescataste del poder de las tinieblas, tu nos perdonaste y nos diste un lugar en tu casa, aún sin merecerlo. A veces olvidamos que las cosas que vemos son pasajeras, que las podemos perder en un segundo, damos más valor a lo material, que a tu presencia. Hoy venimos delante de ti, con nuestro corazón contrito y humillado a pedirte perdón por la altivez de nuestro corazón, y reconocemos que todo lo que somos y tenemos te pertenece. Gracias por hacernos administradores de lo mucho que nos das. Hoy no venimos ante ti por los peces y los panes que nos provees, sino por tu presencia y tu amor en nuestras vidas. En el nombre de Jesús. Amén y Amén
Autora: Tulia Rivera
Pastora Iglesia Puerta del Cielo