EL SOCORRO QUE VIENE DE DIOS
Versículo del día
“Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, Que hizo el cielo y la tierra.”
Salmos 124:8 RVR1960
Este salmo, atribuido a David, es un agradecimiento comunitario por la intervención de Dios y está lleno de imágenes que evocan el peligro y la posterior salvación dada en el pasado y presente al pueblo de Dios. También es una afirmación sólida de que Jehová es el único y verdadero socorro en tiempos de necesidad. Como seres humanos, estamos limitados en nuestra capacidad de controlar el mundo y a veces es difícil confiar en alguien o algo fuera de nosotros. Sin embargo hoy como el pueblo de Israel podemos mirar atrás y comprobar que nuestro verdadero socorro ha venido de nuestro Padre Celestial, pues hemos invocado su nombre y nos ha proporcionado una guía divina y la promesa de su protección a través de su palabra.
En momentos de angustia o incertidumbre, podemos encontrar paz sabiendo que Dios tiene el control y está trabajando siempre a nuestro favor, para que podamos alcanzar la victoria en las batallas que enfrentamos. Debemos recordar que no estamos solos y que siempre podemos acudir sin importar la circunstancia al único que tiene palabra de vida y que con su poder puede cambiar la esclavitud en libertad rompiendo los lazos con los cuales los enemigos de nuestras almas nos quieren atrapar.
El nombre de Dios no solo es un símbolo de autoridad, sino también de amor y protección, que nos abre la puerta a la esperanza, recordándonos que en medio de la incertidumbre, siempre hay un refugio seguro en Su presencia donde encontramos la paz y la fortaleza para continuar adelante.
Oración:
Padre celestial para ti sea toda la gloria, honra y alabanza, tú siempre has sido nuestro socorro y nuestra protección delante de cualquier enemigo o circunstancia que ha buscado ponernos lazos para ser atados y alejarnos de nuestra ciudad eterna junto a ti. Señor hoy te damos las gracias como el pueblo de Israel por la protección divina pasada y presente, sin tu ayuda nuestros enemigos nos hubiesen atrapado y nunca hubiésemos podido gozar de tu presencia, la bendición máxima de nuestra vida. Señor por esta razón queremos ser agradecidos y fieles a ti cumpliendo tu palabra sin importar las circunstancias, solo así podemos ser instrumentos en tus manos para poder ayudar a otros en lo que tú ya no has dado la victoria. En el nombre de Jesús, amén.
Autora: Emely Leyva
Servidora Iglesia Puerta del Cielo