DIOS ES QUIEN SACIA NUESTRA ALMA
Versículo del día
"Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas,"
Salmos 63:1 RVR1960
Este salmo comunica el profundo amor del rey David por Dios. Tan profundo era su deseo de comunión íntima con el Señor que, incluso en el desierto, David lo anhelaba más que el agua. Buscar al Señor temprano por la mañana puede ser el resultado de nuestro anhelo ferviente de tener comunión con Dios. Aunque no existe ningún requisito bíblico sobre cuándo debemos buscar al Señor esta práctica es de gran bendición para nuestra vida, pues estaremos llenos espiritualmente para no tropezar y aportar en la vida de otros.
En las distracciones del día a día, a menudo olvidamos que nuestro corazón anhela algo más profundo que lo temporal. Esto nos recuerda que así como nuestro cuerpo necesita agua, nuestra alma necesita de Dios para florecer.
Buscar a Dios no solo es un acto de devoción, sino un impulso natural de nuestro ser, tampoco es una cuestión de cuándo, dónde y cómo. Es una cuestión del corazón.
En los momentos más difíciles, cuando no hay agua y todo parece perdido, el salmista nos anima a buscar a Dios con la esperanza de encontrar alivio y consuelo, pues Él es nuestro refugio donde podemos acudir en momentos de necesidad.
David dejaba a un lado su difícil entorno y ponía su mirada en Dios, nosotros también debemos alzar nuestras miradas a El autor y consumador de nuestra fe, Jesús quien nos acepta y nos ama, y si lo tenemos a Él, somos hijos de Dios y contamos con sus bendiciones sin importar las dificultades.
Contemplemos nuestro futuro eterno y empecemos así a entender lo que Dios ha revelado en Su Palabra, para que nuestra sed espiritual sea completamente saciada.
Oración:
Padre amado para ti sea toda la gloria honra y alabanza. Te damos las gracias y te bendecimos Señor porque solo a través del sacrificio de tu único hijo Jesús hoy podemos tener acceso a tu hermosa presencia en todo tiempo, pues solo en ti está saciada nuestras almas y podemos sentirnos verdaderamente amados y protegidos.
Señor perdona cuando las ansiedades de la vida y las preocupaciones hacen que nuestra fe mengüe haciendo que no te busquemos en nuestros desiertos. Señor queremos ser como tierra seca que anhela el río de tu Espíritu al estar en tu presencia orando sin cesar y cantando con júbilo cada día al despertar hasta que tú vengas. En el nombre de Jesús, amén.
Autora: Emely Leyva
Servidora Iglesia Puerta del Cielo